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50 ANIVERSARIO DE VILLAFRANCO |
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En el 2.008 se celabro en Villafranco el 50º Aniversario de su fundacion. Se realizaron muchas actividades durante varios dias, entre ellas una exposicion fotografica, bailes regionales, revista conmemorativa, etc... Aqui dejare algunos fragmentos de la revista conmemorativa, asi como alguna fotografia de los dias de festividad y alegria que disfrutamos los que tuvimos la suerte de poder estar aqui.
Villafranco del Guadiana cumple 50 años
Al margen del la carretera Nacional Madrid-Badajoz se construye un pueblo, en las inmediaciones de una colina, con una demarcación de 454 hectáreas, segregada de la finca Bercial del Olivar. Dentro del término municipal de Badajoz, es una de las ocho pedanías con 642 habitantes llegando a tener 1600 en la actualidad. La estructura arquitectónica de sus edificios rompe los modelos ordinarios de otros poblados.
El original proyecto fue obra de dos famosos arquitectos, Corrales y Molezum, quienes quisieron implantar la arquitectura nórdica, muy de moda en el momento. Pero el fracaso fue notorio al aplicarlo en la baja Extremadura de gran luminosidad solar. Debido a la gran notoriedad de los autores nadie se atrevió a criticarlos, limitándose los vecinos a cubrir con periódicos los grandes lienzos de cristalera. La obra fue dirigida por el arquitecto Miguel Herrero Urgel con el aparejador Fernando Salazar Sandoval y lo continuo José Arias Moreno. La obra la realiza la empresa constructora Gridilla de Badajoz.
El templo y el cine de la parroquia, separado por una pequeña calleja, visto panorámicamente dan idea de un barco, con la proa, formado por el ábside del presbiterio. Separados por unos porches con columnas de hierro, la casa parroquial, salones y bar, que forman el patrimonio
de propiedades, donadas por el INC (Instituto Nacional de Colonización). Fueron enajenados el bar y el cine a medidos de la década de los 80.
La titular de la Iglesia es Ntra. Sra. del Socorro, por ser la misma advocación de la parroquia de Aspe, diócesis de Orihuela y provincia de Alicante, cuna de del Obispo diocesano José María Alcaraz y Alenda.
Villafranco del Guadiana nace en 1955, el pueblo en sus comienzos estaba formado por el Ayuntamiento, la Iglesia, los porches y las calles San José y Los Ángeles, prepararon 103 parcelas, de las que 9 se destinaron para las casas aisladas, las cuales no se llegaron a adjudicar, porque cinco de ellas se las llevó el río entre los años 1.957-58, así que solo se entregaron cuatro. Como llovió tanto ese invierno, algunas bóvedas de las casas de Balboa se vinieron abajo, y tuvieron que alojarlos en las casas ya terminadas de Villafranco, de las primeras 49 viviendas de colonos sin adjudicar que aquí había, donde estuvieron alojados ocho meses, abandonándolas en diciembre de 1.958, una vez las casas vacías, terminaron de venir los colonos que ya habían pasado por la Granja Escuela y que no pudieron adjudicarles su vivienda por estar en ellas alojados los vecinos de Balboa. Al

principio se adjudican 88 parcelas, y como no había casas de colonos para todos, se alojan en casas de obreros.
Transcurridos unos 6 ó 7 años, se construyen otras 38 viviendas de colonos, y es cuando se termina de alojar a todos los colonos. Años después, se vuelven a construir 12 viviendas de colonos ( algunas se adjudican a vecinos de Balboa por cambio de ubicación de las parcelas, éstas son las casas de Juani Gómez Viseas, Felipe Adame, Francisco Fernández Solís “Carmonita”, Félix López, Celestino Guerra y Eladio Aguilar, y enfrente Joaquín Cruz, Rabazo y Juan Lara, y las tres al lado del colegio de Manuel de Tena “el Guarda”, Pedro Solís y Manuel Polo), y se hace la reforma en las 49 viviendas de la primera fase, consistiendo ésta en construir la dependencia y un cobertizo, subir las paredes de los corrales y poner las puertas “falsas” verdes.
El pueblo, como se puede apreciar se va construyendo por fases, estas fueron las primeras, a las que le siguieron otras e incluso hoy en día se sigue de la misma manera, pues para el año que viene estarán para entregar las últimas 83 viviendas, que como es natural ya nada tienen que ver con las primeras que empezaron a construir, enfocadas al uso del campo con sus cuadras, dependencias, corrales, etc…
El primer vecino en alojarse en el pueblo fue D. Manuel de Tena Gómez, que llegó en diciembre de este año. Estuvo sólo hasta que se casó en agosto de 1956 con Dª. Juana Sánchez Morillo y tuvieron a su primer hijo en mayo de 1957.
Estuvo 41 años de servicio en el pueblo, 23 como guarda y 18 en oficina y en 1982 recibió la Medalla de Bronce al Mérito en el trabajo.
El pueblo en sus comienzos estaba formado por el Ayuntamiento, la Iglesia, la Cooperativa, los porches y las calles San José y Los Ángeles.

En el verano de 1958 comenzaron a llegar a Villafranco los primeros colonos. Éstos habían tenido que pasar un curso de dos meses en la Granja Escuela para que les adjudicaran unas de las parcelas de cinco
hectáreas de tierra que tendrían que explotar y unos meses después se les fue entregada una vaca y una yegua a cada uno. Los colonos que llegaron, unas 100 familias, llegaron de toda la región, con sus ilusiones puestas en la nueva aventura que se les brindaba para ganarse el pan de cada día.

Esta aventura no fue fácil en sus comienzos ya que muchos de ellos venían de zonas de Extremadura muy diferentes a las que iban a encontrar aquí y de cultivos que no conocían. La mayoría venían de zonas de cultivo de secano y este nuevo modo de cultivar a veces les sobrepasaba en ocasiones.
Al principio se cultivó un poco de todo: el quena, un cultivo muy duro, algodón, tomates, pimientos, alfalfa para alimentar al ganado, en fin cada parcela era una pequeña granja que daba para todo y se vivía de ella y para ella.
Empezaron a surgir pequeñas industrias como la fábrica de pimientos o Cepansa, donde se llevaba el algodón pero cerró y se dejó de cultivar este producto.
Poco a poco el pueblo fue saliendo adelante con sus sacrificados habitantes que tenían que pasar las noches a oscuras porque el pueblo no tenía luz ni agua, la cual la traían las mujeres a las casa desde el pozo que hoy en día se encuentra en el parque. Las calles se convertían en barrizales cuando llovía pues las éstas eran todas de tierra. La lucha era diaria y se trabajaba de sol a sol para sacar adelante el sustento diario, la armonía reinaba en el pueblo, todos se ayudaban en las cosechas, en las matanzas y todos aquellos menesteres que precisaban colaboración.
También en aquellos duros años encontraban lugar para la diversión:

hacían la romería de San Isidro, de la cual había una cofradía, celebraban bailes en el paseo bajo techo o en algunos corrales como en el de Parada donde la Señora Francisca tocaba el acordeón para los mozos y mozas que iban al baile. Se paseaba por la orilla de la Nacional V y la carretera de Balboa que antiguamente no era exactamente igual que ahora y tenía árboles en las cunetas. La gente joven paseaba por allí y se sentaban a hablar en el borde del canal y de allí salieron muchas parejas que hoy en día tienen ya sus añitos y de las que descienden hoy muchos jóvenes.

En septiembre se celebraban las ferias y fiestas en honor a la Virgen Ntra. Sra. del Socorro, con música, baile, juegos, cucaña y diversión para todos los vecinos.
Hoy Villafranco ha crecido, tiene unos 1.600 habitantes y bastante prosperidad debido en parte a que los colonos y primeros habitantes del pueblo, dejaron su sudor en él y con estas páginas queremos hacerles un homenaje en agradecimiento a su esfuerzo para que nunca olvidemos de quien descendemos y a quienes debemos hoy lo que disfrutamos.
Modo de vida en aquellos años
La forma de vida de aquellos años era dura ya que no tenían las comodidades que disfrutamos hoy en día. Las mujeres iban a lavar la ropa al pozo del parque. Las provisiones las tenían que ir a buscar a Badajoz, unos andado y otros más afortunados iban en carro. Más tarde empezó venir gente que traía los comestibles como el Señor Anselmo que vino de Alburquerque y puso una tienda en la que luego fue la casa del Señor Juan Rubio. Un hijo del Señor Anselmo murió de una enfermedad y la gente comenzó a dejar de ir a la tienda y tuvo que cerrarla.
El Señor Juan Rubio, que venía con su bicicleta, puso una lonja en casa del Señor Morejón y más tarde abrió la lonja en su casa donde todos la hemos conocido con su esposa la Señora Pepa.
Así comenzaron a surgir nuevas tiendas en las casas de los particulares como la del Señor Julio Calderón, donde está el actual estanco. La Señora Encarna de La Morera también probó con una en su casa, la Señora Agustina y el más conocido por varias generaciones, el Tío Quico, que empezó vendiendo sus chucherías por los porches con una cesta de mimbre la que regaló la Señora Juana (esposa de Manolo el Guarda) y su hermana se la llenó de golosinas para que él las empezara a vender ya que debido a su limitación física no podía trabajar y así estuvo hasta que le concedieron el quiosco en la plaza.
También había una pequeña tasca donde ahora se venden golosinas en el Bar de Joaquín, que era el vestíbulo del cine, pues también lo hubo; un gran cine repleto de butacas donde se proyectaban películas y se representaban obras de teatro, hasta que fue vendido y el pueblo perdió su cine.
La cooperativa, en sus comienzos era más pequeña y se le daba otro uso diferente al de hoy en día. Servía de almacén para las semillas y los abonos que luego se repartían a los colonos para sus cultivos.
Más tarde pasó a manos de los agricultores y ellos la hicieron como hoy podemos verla. Compraron una máquina para segar y la usaban todos. Cuando algún colono no tenía bestia para tirar de la máquina, se la pedía a otro colono y le pagaba mandando a unos de sus hijos o empleados a trabajar a las tierras del colono que le dejó la bestia mientras estuviera utilizándola.
La gente pasaba el día entero en las parcelas y los más pequeños de la casa les llevaban la comida o la hacían directamente allí ya que a veces se iba la familia en pleno e incluso pasaban varios días allí, sobre todo en verano, cuando no había escuela y los campos se llenaban de voces y risas al atardecer, cuando todos venían de recogida en los carros llenos de alfalfa para las vacas.
Las vacas se las dieron a los colonos a los dos o tres años de estar aquí con la condición que si parían una hembra se la tenían que entregar al Instituto para reponer las crías y si era macho se lo quedaban. Así surgió el negocio de la leche que sirvió y aún sirve de ayuda en el sustento económico para algún colono.
Tambien se les dio una bestia de carga a los colonos que no la traían de sus pueblos y se entregaron mulos, bueyes y lo que más, yeguas percheronas, una de las cuales ha estado hasta hace pocos años en casa de Gaspar. En la casa donde hoy vive Paqui Lara también había un pozo donde las mujeres iban a por el agua para beber y además estaban allí los toros de la pecuaria hasta que fueron trasladados a la cooperativa.

Las matanzas eran dos o tres días de intenso trabajo para los mayores y de regocijo y mucha diversión para los niños. Se unían todos lo miembros de una familia e incluso amigos y vecinos para echar una mano.
Los obreros
Cuando llegaron los colonos al pueblo también lo hicieron los obreros que venía a ayudar en las parcelas y su labor fue muy importante en el crecimiento del pueblo. Téngase en cuenta que la mayoría de los colonos eran parejas jóvenes y sus hijos no tenían edad de trabajar y esos obreros fueron los que codo a codo con los colonos realizaban las labores de siembra, de cosecha y todo lo que precisara. A estos obreros se les dio también una casa y un huerto. Hoy algunos tienen ya parcelas ya que han ido pasando de mano en mano algunas de ellas. A otros trabajadores los traían los mismos colonos de sus pueblos para ayudar a algún amigo sin trabajo y sacarlos del apuro, así surgieron vínculos de amistad casi de familia de colonos con empleados que aún hoy se conservan.
Diversiones y organización del pueblo
Como ya dijimos anteriormente, también sacaban tiempo para la diversión en aquellos años. Los primeros jóvenes en llegar esperaban impacientes a los nuevos vecinos para ver cuantos llegaban de su edad y así fueron formando pandillas que paseaban en las noches oscuras por la calle San José que era la más larga y casi la única del pueblo. Los vecinos les dejaban las puertas abiertas para que, con la luz de las casas tuviesen un poco de claridad, ya que en la calle no había alumbrado.
Los que llegaron de Fregenal de la Sierra, que eran muy numerosos, trajeron un cuadro de la Virgen de los Remedios y el día de la romería lo sacaban y lo celebraban como si estuviesen en su pueblo.
Los bailes en casa de los particulares eran muy concurridos y la Señora Francisca los amenizaba tocando su acordeón. Los más pequeños, que no podían entrar, se quedaban en las tapias viendo a las parejas bailar y cuando el baile era en casa de Parada se sentaban en el balate que había del desagüe y desde allí veían bailar la “picolissima serenata”, muy de moda en aquellos tiempos. También se hacían bailes en el paseo donde se colocaban unas tablas, se cercaba aprovechando los postes del paseo y dentro se bailaba.
La primera televisión que hubo en el pueblo fue la del cura y todo el mundo que quisiera ir a verla tenía que pagar una peseta para entrar y tenían que llevar su silla. Además venía un cine ambulante que se ponía en el descampado de la calle El Aire, donde tenía la peluquería Chelo pues las casas llegaban sólo hasta allí.
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